Mendoza Torres Cristian D.
Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se han convertido en un factor externo de orden político de suma importancia para todo el mundo, al ser dicho país el más influyente en las relaciones internacionales contemporáneas, gracias a su superioridad militar, su gran capacidad económica, su cultura multidiversa, etc. Es por ello que, este año en que dichas elecciones se llevaron a cabo, todo el mundo siguió con sumo cuidado el proceso al que se dio lugar para elegir al nuevo presidente norteamericano.
Ejemplo de ello, fueron las múltiples reacciones y comentarios expresados por los líderes políticos de otras naciones, como en Gran Bretaña, donde continuamente se enunciaba el apoyo al proceso electoral, resaltando la importancia de promover los valores democráticos. No obstante, quizás uno de los puntos en los que más se debería centrar la atención en estos momentos es en aquel Estado vecino de los Estados Unidos que a través de los años ha mantenido una relación inestable y sumisa, alejado ideológicamente y considerado como favorecedor de los problemas de dicho Estado norteamericano, es decir, México.
En efecto, debido a la cercanía entre ambos Estados, sus relaciones han sido históricamente de suma importancia. Así mismo, desde hace varios años éstas relaciones han adquirido un mayor grado de delicadeza en la medida en que, para los Estados Unidos, México se ha convertido en un puente a través del cual el narcotráfico, la delincuencia y la inmigración ilegal han llegado a su territorio de manera descontrolada. Y es justamente este panorama uno de los factores que se tienen que tomar en cuenta para realizar un análisis entorno a las polémicas elecciones de Estados Unidos del 2016 y su impacto inmediato y posterior en la Política Exterior de México.
Sin embargo, y pese a todo, el proceso electoral que inició en febrero en el Estado norteamericano no fue uniforme, sino que se fue transformando profundamente a lo largo de todo el año, hasta llegar a los asombrosos resultados electorales del 8 de noviembre. De ésta manera, es muy importante examinar cómo fue evolucionando dicho proceso, así como las diferentes reacciones que causó en México.
Así, en un principio la variedad en los perfiles de los principales candidatos a la Casa Blanca ya revelaba un nuevo hito en la historia política de los Estados Unidos. Luego de que en el 2008 con Barack Obama se tuvo al primer presidente afroamericano de la historia del país, las candidaturas de éste año ya ofrecían a la primera presidenta, con Hillary Clinton; al primer presidente latino, con Marco Rubio; al primer presidente socialista y el más longevo, con Bernie Sanders, de 75 años; al primer presidente no político, con Donald Trump; o al primer presidente menos relacionado con el país, con Ted Cruz, quien no sólo nació en Canadá, sino que de hecho es de origen cubano. Con ello, sin importar los resultados finales, era evidente que el gobierno estadounidense podría llegar a cambiar profundamente.
No obstante, cuando el complicado sistema electoral de los Estados Unidos sólo dejó en la contienda a Hillary Clinton, representando al Partido Demócrata, y a Donald Trump, a nombre del Partido Republicano, las expectativas fueron otras. Por un lado, era evidente que con Clinton se daría continuidad al establishment estadounidense, y que lo más probable era que en lo general siguiera con la política hasta entonces llevada por Obama. Así, Clinton no representaba una opción del todo nueva a pesar de poder ser la primera mujer en la presidencia, sino más bien una opción más certera. Y es que su larga trayectoria en la política daba esa apariencia a su perfil, tras haber sido Primera Dama, Senadora, y Secretaria de Estado, lo que se podía pensar era que en realidad ella más bien podría mantener la estabilidad del sistema político actual antes de establecer grandes cambios.
Por otro lado, el caso de Donald Trump era totalmente distinto, no sólo se trataba de alguien ajeno a la política y, por lo tanto, de una figura atractiva para aquellos sectores de la población que ya están hartos de los políticos tradicionales, como de hecho ocurre hoy en día en todo el mundo, sino que su discurso también fue diferente. Trump constantemente agredió a grupos enteros con sus comentarios xenófobos y ofendió a multitudes con sus actitudes, como con aquel video que salió a la luz pública donde el candidato habla terriblemente sobre las mujeres. Y, sin embargo, Donald Trump tuvo desde un inicio un apoyo muy amplio por parte de la sociedad estadounidense, aunque no parecía ser suficiente para aventajar a su contrincante.
Por esa razón, muchos analistas, como Alexander Main, habían pronosticado que, ante una contienda entre Trump y Clinton, era más que evidente que sería ésta última quien ganaría en las elecciones de noviembre. Y es que muchísimos factores parecían contribuir a ello. Clinton tenía mayores fondos para su campaña, se veía mejor preparada que Trump delante de todos, los índices que calculan la tendencia del voto del Colegio Electoral le daban una gran ventaja. Un gráfico elaborado por la BBC, por ejemplo, revelaba una tendencia favorable para Clinton entre principios de junio y principios de septiembre, dándole un apoyo general del 48% con respecto a un 46% que se le daba a Trump. Por otra parte, Clinton también estuvo exenta de problemas con su partido, al contrario de Trump, donde la situación se agravó a tal punto que el Partido Republicano estuvo a punto de quitarle la candidatura.
Bajo ese panorama, aparentemente favorable a la candidata del Partido Demócrata, es que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, invitó a ambos candidatos estadounidenses a una reunión oficial, con el fin de hablar sobre los planes que cada uno podría llevar a futuro en su agenda bilateral con México al llegar a la presidencia en 2017. Este hecho fue sumamente criticado por la gran mayoría de los mexicanos, ya que luego de sentirse ofendidos por los comentarios racistas y xenófobos de Trump, pensaron que el hecho de que su presidente lo invitara personalmente al país era como asumir una postura sumisa ante él y renunciar a proteger la dignidad de México.
Todo ello llevó a que la popularidad y la aceptación de Peña Nieto se viesen sumamente afectadas, y llevó a la renuncia de Luis Videgaray, el hasta entonces Secretario de Hacienda, debido a que se le vinculó directamente con la idea de invitar a los candidatos estadounidenses. Otras figuras relacionadas con el incidente fueron las de Osorio Chong, Secretario de Gobernación, y la de Claudia Ruiz Massieu, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Con ello, el gabinete de Peña Nieto se vio trastocado de manera importante.
Así, el intento del presidente mexicano por examinar el terreno político de primera mano fue una catástrofe para su administración. Sin embargo, no puede dejarse de lado que, al tratarse de política, lo que podía ocurrir al invitar a los candidatos estadounidenses a México podía ser estimado, pero siempre incierto, lo cual se agrava al tratarse de la Política Exterior, puesto que los resultados dependen también del cómo responda la otra parte. Y esto fue precisamente lo que arruinó la estrategia de Peña Nieto, puesto que, tal como lo expresó públicamente, la invitación fue extendida a ambos candidatos, pero el hecho que no pudo controlar es que sólo fue Donald Trump quien decidió aceptarla.
Por otra parte, aunque a su vez dicho acto pudo haber brindado a Peña Nieto la oportunidad para establecer una postura fuerte de México ante Estados Unidos, lo cierto es que ni era la manera correcta de hacerlo, ni de cualquier manera fue aprovechada, puesto que no se consiguió lograr cambiar la postura del candidato estadounidense. Enrique Peña Nieto se adelantó demasiado a la situación, y lo único que consiguió fue legitimar de facto la figura de Donald Trump como el nuevo presidente de los Estados Unidos, ya que nunca antes un presidente se había reunido con un candidato. La idea ni si quiera se muestra lógica, puesto que no hay paridad entre ambos.
Por esa razón, Peña Nieto tuvo que tomar medidas desesperadas, que fueron las anteriormente referidas con respecto a su gabinete. Esto ciertamente ayudó a calmar la situación al interior del país, sin embargo no podía borrar en ninguna medida el nuevo error que la administración de Peña Nieto había cometido. A partir de entonces la estrategia en cuanto a la Política Exterior con Estados Unidos pareció cambiar, de modo que se volvió más distante en cuanto al proceso electoral que se llevaría a cabo en el vecino del norte, y sólo se mantuvo una postura abierta al dialogo.
Por otra parte, luego de aquel día la popularidad de Hillary Clinton comenzó a disminuir en los Estados Unidos, en parte por no asistir a México y en parte por otras razones. En primer lugar, entró de manera repentina en un estado delicado de salud, lo que alarmó a la sociedad, al Partido Demócrata, y al gobierno estadounidense, ya que si Clinton ganaba las elecciones, al ser de edad avanzada (69 años), provocaría que siempre se encontrara presente el riesgo de que tuviese que ausentarse de la presidencia en algún momento, dejando en su lugar a alguien más. Posteriormente, WikiLeaks publicó una serie de correos electrónicos donde se revelaban muchas de las posturas que Clinton sostenía respecto a temas tan importantes como la inmigración, la guerra en Siria, el comercio, etc., que contradecían a lo que ella llegó a manifestar durante los debates presidenciales y durante su campaña.
A pesar de ello, ciertamente hay que decir que muchos esperaban que Clinton ganara las elecciones, y en especial el gobierno mexicano también se mostraba favorable a ello, puesto que, como se ha dicho, negociar con el gobierno de Hillary sería más sencillo en el sentido de que no traería grandes sorpresas, finalmente se trataba de una política más. Para ese fin, y a pesar de todo lo que dañó la imagen de ambos candidatos, el avance en el proceso de las elecciones hacia el 8 de noviembre parecía indicar todavía una victoria demócrata. Según datos del Statistics Portal, para antes de esa fecha se le daba a Clinton 115 votos seguros del Colegio Electoral, 53 probables, y 35 más que parecían inclinarse a su favor. Por otra parte, Trump tenía 63 votos seguros, 92 probables y 9 más que se inclinaban a su favor. Entre ambos candidatos también existía un espacio de 171 votos electorales que no se habían determinado para ninguno y de los cuales todavía podrían ganar más apoyo. Con todo, aún así Clinton aventajaba bastante a Trump.
Sin embargo, al llegar el tan esperado día de las elecciones todo se derrumbó. Desde un principio los conteos le daban una clara ventaja a Trump, a la cual Clinton no sólo no pudo superar, sino que ni siquiera logró emparejar. Tras dos días de las elecciones, Donald Trump terminó con 306 votos de los 270 necesarios para ganar, frente a los tan sólo 232 de Hillary Clinton ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Cómo es que si anteriormente distintas fuentes le daban la victoria a Clinton al final terminó perdiendo? La siguiente infografía hecha por el periódico Excelsior brinda algunos motivos de la victoria de Trump:
![infogragia-victoria-trump](https://zoonpolemex.politics.blog/wp-content/uploads/2016/11/infogragc3ada-victoria-trump.jpg?w=840)
Como puede verse, la respuesta no es una sola, sino que depende de múltiples factores. Sin embargo, a lo ya expuesto en la anterior infografía, aún se pueden añadir más factores. Por un lado, los ya mencionados sobre la idiosincrasia de la sociedad, harta de los políticos tradicionales, de la inmigración masiva que atenta contra su cultura, y también al gran abstencionismo que se presento, muy cercano al 45%. A ello también hay que tomar en cuenta el daño que sufrió la imagen de Clinton.
Así mismo, bien se podría considerar a lo sucedido como un caso de “voto de castigo” hacia el Partido Demócrata, debido a que la administración de Obama no ha logrado resolver todas las cuestiones a las que se ha enfrentado, en particular la inmigración y el desempleo. Además, no puede dejarse de lado el hecho de que fue justamente bajo la administración de Bill Clinton, también del Partido Demócrata, que se empezó la construcción del muro fronterizo con México, a pesar del cual no se ha podido evitar la gran ola de migrantes que todo el tiempo están llegando a los Estados Unidos. Con todo ello, la opción de Trump quizás no parecía mejor, pero si más justa para muchos de los estadounidenses.
Actualmente, con Donald Trump como el virtual ganador de la presidencia de los Estados Unidos (al menos hasta que el voto del Colegio Electoral lo confirme el 19 de diciembre, lo cual es muy seguro que ocurra), la administración de Enrique Peña Nieto tiene mucho a qué hacerle frente. En primer lugar, durante la visita de Trump a México se trataron temas muy importantes, como el correspondiente al TLCAN, donde el entonces candidato, hoy presidente electo, Donald Trump, aseguraba que dicho tratado necesitaba una inspección para corregirlo, puesto que Estados Unidos es quien menos se beneficia de él.
Ahora bien, antes que nada, también hay que tomar en cuenta el hecho de que el pasado 8 de noviembre no sólo se eligió al nuevo presidente de los Estados Unidos, sino que también se renovaron ambas cámaras del Congreso, donde se consiguió una amplia mayoría republicana. Con ello, las medidas que el gobierno de Trump decida tomar a partir del próximo año podrían cumplirse más fácil de lo esperado, aún a pesar de que no todos los republicanos están de acuerdo con las ideas del magnate. Sin embargo, en cuanto a la cuestión del TLCAN, parece improbable que efectivamente se lleven a cabo acciones que lo perjudiquen.
Para empezar, tanto México como Canadá ya han manifestado su deseo de permanecer en el tratado, pero más allá de eso, para que los Estados Unidos puedan abandonarlo o incluso modificarlo sustancialmente, se tendría que someter a un proceso jurídico tan largo, que una sola administración de Trump no bastaría para darlo por terminado. Además, se tendría que revisar una gran cantidad de documentos para ello, lo cual complicaría aún más el proceso. Es por ello que, aunque la mayoría del Congreso sea republicana, difícilmente se podrá hacer algo con respecto al TLCAN. Aún así, la Política Exterior mexicana en ese punto debe tratar de establecer canales de diálogo con el gobierno estadounidense si es que quiere asegurar la permanencia del tratado.
Por otra parte, una cuestión central también será la de los migrantes mexicanos establecidos en Estados Unidos. Durante la presidencia de Obama se llevaron a cabo diferentes medidas en cuanto a dicho tema, promovidas a través de acciones ejecutivas extraordinarias gracias a la mayoría republicana del Congreso que congelaba las propuestas de su gobierno. Ejemplo de ello es el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).
No obstante, Trump ha manifestado no sólo la intención de remover dichas medidas, sino también la de deportar cerca de 3 millones de inmigrantes ilegales. De hecho, al día siguiente de saber los resultados electorales, miles de inmigrantes establecidos en Estados Unidos comenzaron a huir, en especial hacia Canadá. La situación fue tal que el sitio web de la cancillería canadiense se cayó por un tiempo. Ante ello, una de las primeras acciones del gobierno mexicano han sido las 11 “acciones inmediatas” de la iniciativa “Estamos Contigo”. De igual manera, se ha buscado fortalecer la capacidad de acción a través del cuerpo consular en Estados Unidos.
Aunado a ello, la cuestión sobre la construcción de un muro fronterizo, que prácticamente se convirtió en el lema de la campaña de Trump casi tanto como el “Let’s make America great again”, es de suma importancia. Por un lado el presidente electo estadounidense ha manifestado que aún pretende llevarlo a cabo, aún si no se puede construir con cemento. Ante dicha situación, el gobierno mexicano debe actuar con sumo cuidado. Es importante que proteja la soberanía nacional, dentro de la cual también se halla el hecho de que ningún Estado puede obligar a otro a nada.
De ésta manera, México debe permanecer firme ante las pretensiones del gobierno de Trump, pero es claro que la postura que el gobierno de Peña Nieto intenta adoptar es la de la menor confrontación posible con el país que representa el destino del 80% de sus exportaciones, a pesar de lo expuesto en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), donde se planteó la determinación de unirse para la defensa del interés nacional. Hasta ahora, el porvenir es incierto, porque parte de lo que Trump habló durante su campaña simplemente pudo ser parte de su estrategia para llegar a la presidencia, como algunos han estimado, y esto ha hecho más difícil de establecer estrategias claras para la Política Exterior mexicana de cara a lo que podría enfrentar en el 2017.
Sin embargo, parece ser que la estrategia que más se pretende utilizar, al menos en un principio, es el prestarse libres al diálogo. Por otra parte, ante un alejamiento comercial de Estados Unidos, México podría empezar a voltear hacia otras regiones u otros países en particular, lo cual podría provocar que su vecino empiece a moderar su postura. No obstante, la capacidad del gobierno mexicano se encuentra muy limitada en ciertas áreas, sobre todo en la cuestión de la inmigración, donde de regresar tantas personas deportadas a México, se podría entrar en una crisis social y laboral mucho más profunda que la que actualmente ya se vive. Por ello, es necesario seguir pendientes del avance de los hechos conforme transcurra el tiempo y la presidencia de Donald Trump se haga más tangible, así como sus próximas acciones. De ésta manera, se deberá seguir analizando la situación para descubrir las estrategias más favorables para la Política Exterior de México.
FUENTES:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160127_elecciones_eeuu_2016_perfil_candidato_all
https://www.statista.com/statistics/610600/electoral-college-votes-2016-us-presidential-election/
http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37686006
http://www.270towin.com/
http://www.dineroenimagen.com/2016-11-11/80194